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Para que toda la gente del mundo pueda alimentarse en el futuro es necesario un cambio global que nazca de los pequeños productores y de los consumidores. Esto lo dicen investigadores y pequeños productores de cuatro continentes que participaron en una conferencia organizada en Estocolmo durante la Semana de la Soberanía Alimentaria 2016.

De acuerdo con el segundo objetivo de desarrollo sostenible de la ONU, para transformar al mundo, el hambre debe erradicarse. Se debe lograr la seguridad alimentaria y el mejoramiento de la nutrición y se debe promover la agricultura sostenible. Es de consenso general que toda la población mundial tenga acceso a una alimentación nutritiva para sobrevivir, pero en lo que concierne a cómo lograrlo, es donde emergen opiniones muy diferentes. Cada vez son más los campesinos obligados a dejar su labor a la par de que grandes empresas compran sus tierras. Los alimentos son tratados como cualquier mercancía y a la gente del campo se la obliga a comprar semillas patentadas a costos elevados, en vez de intercambiarlas entre sí como se ha hecho tradicionalmente. Estos temas se discutieron durante una serie de seminarios que SAL (Solidaridad Suecia – América Latina) organizó junto con otras seis organizaciones durante la Semana de Soberanía Alimentaria, en noviembre de 2016.

Las grandes empresas dominan

Pat Mooney es fundador del Grupo ETC y tiene mucha experiencia en temas relacionados con la alimentación, la agricultura y el comercio. Ha sido además galardonado con muchos premios como el Right Livelihood Award (“Premio Nobel Alternativo”) de Suecia y el Premio de la Paz “Pearson” del gobierno de Canadá. Pat Mooney sostiene que cuando los gobiernos y las empresas crean políticas para la agricultura, parten del supuesto de que las mismas empresas que hoy en día lideran la producción alimentaria serán las mismas que en el futuro.

“Se espera de nosotros el hacer uso de la tecnología y el conocimiento de las empresas para sobrellevar el cambio climático y alcanzar la seguridad alimentaria hasta el año 2030. Pero ya hemos tenido este sistema durante casi 70 años, y hemos visto el daño que ha causado al medio ambiente y lo mal que ha tratado a la población mundial. Tal vez ya es hora de desarrollar un nuevo sistema”, dice Pat Mooney.

Pat Mooney, director ejecutivo de ETC Group, y Mary Sakala de la Asamblea Rural de las Mujeres de Zambia.

“Hoy en día los pequeños productores producen comida para un 70% de la población mundial usando sólo una cuarta parte de los recursos de la agricultura global. Esto significa que la agroindustria produce comida sólo para un 30% de la población mundial, mientras hace uso del 75 % de los recursos”, explica Pat Mooney.

Una tercera parte de los alimentos que se producen en la agroindustria terminan en la basura. Y una cuarta parte de los alimentos que realmente llegan a las mesas se ingieren dentro de un patrón de consumo excesivo causando problemas para la salud. Tenemos que encontrar la forma de salir de ese patrón, hacia un modelo de agricultura que lleve a la soberanía alimentaria. ¿Cómo podemos romper con el poder de las grandes empresas de tal modo que retomemos el control sobre el sistema alimenticio?

Pequeños agricultores en Europa entre la espada y la pared

Actualmente la situación de los agricultores de pequeña escala es muy insegura, especialmente después de que entrara en vigor el Acuerdo sobre la Agricultura de la Organización Mundial del Comercio en 1995, cuenta Sylvia Kay, investigadora del Transnational Institute (TNI) en Holanda. Ella ha orientado su investigación al derecho al territorio, el manejo de recursos naturales y la inversión agrícola. Kay sostiene que el Acuerdo sobre la Agricultura ha implicado un fuerte recorte de precios para los pequeños agricultores del mundo. Las inversiones de los pequeños productores en sus actividades agropecuarias han subido de precio, ya que ahora dependen de grandes proveedores, mientras que los precios de sus productos han ido en descenso. Entre 2003 y 2010 desapareció una cuarta parte de los agricultores europeos.

“El sistema recompensa a una agricultura especializada que se centra en unos pocos cultivos. No toma en cuenta las estaciones, las costumbres regionales y los ciclos naturales. Al mismo tiempo, es un sistema poco democrático controlado por un puñado de intermediarios. Por ejemplo, el acceso a los productos alimenticios de Europa, está controlado por tan sólo 10 cadenas de supermercados y en la mayoría de los países miembros de la Unión Europea los cinco mayores distribuidores controlan un 50% del mercado”, explica Sylvia Kay.

Mujeres zambianas luchan por su territorio

Mary Sakala trabaja en Zambia por el derecho de las mujeres al territorio a través del movimiento social Asamblea Rural de las Mujeres. Parte de su trabajo se ocupa de la protección de la agricultura sostenible y el combate a la introducción de semillas transgénicas. El trabajo de las mujeres es una lucha constante contra las estructuras patriarcales y un gobierno hosco.

“Una parte de nuestras semillas se han abandonado durante las últimas décadas porque el gobierno zambiano invierte grandes sumas de dinero en apoyar el trabajo de unas cuantas empresas transnacionales, bajo la creencia de que éstas serán capaces de erradicar el hambre. Nosotras las mujeres somos las guardianas de las semillas y exigimos la soberanía para ellas. Necesitamos bancos de semillas donde podamos intercambiarlas debido a que el sistema actual es muy costoso. La erradicación del hambre no se trata sólo de conseguir alimentos sino también de que éstos sean nutritivos”, asegura Mary Sakala.

Mary Sakala dice también que las mujeres de las áreas rurales de Zambia necesitan la misma protección legal que se les ha otorgado actualmente a las empresas transnacionales.

“Queremos una política que se ocupe de nuestras demandas, pero esas políticas no pueden ser desarrolladas por aquellos que están en el poder”, dice ella.

Un gran problema para las mujeres en Zambia es el derecho a la tierra. Hoy en día son los hombres los que son dueños de la tierra.

“Tenemos que seguir enseñando y capacitando sobre estos temas con el fin de reclamar nuestros derechos que, como vemos ahora, lentamente nos van quitando las grandes empresas. Se apropian de nuestras semillas y de nuestros conocimientos y luego nos lo devuelven a un precio alto. Para lograr un cambio tenemos que meter a más mujeres en las juntas directivas. Tenemos que seguir haciendo oír nuestras voces”, afirma Sakala.

Los pueblos indígenas trabajan por la reforma agraria en Guatemala

Las políticas neoliberales en Guatemala, con sus acuerdos de libre comercio, afectan duramente a los pueblos indígenas del país y a los campesinos. Las transnacionales realizan traslados forzosos de personas para producir aceite de palma, lo que significa que campesinos pierden acceso a tierra fértil, explica María Canil de la organización de la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (CONAVIGUA). El trabajo de CONAVIGUA incluye la capacitación de mujeres en Guatemala con respecto a temas relacionados con la soberanía alimentaria. María Canil, que también forma parte la comisión de las mujeres de la CLOC/La Vía Campesina en Centroamérica, dice que desde el año 2014, existe un acuerdo legal entre los Estados Unidos y Guatemala para obtener patentes sobre las semillas tradicionales.

La investigadora Sylvia Kay junto con María Canil de la organización CONAVIGUA de Guatemala y el
traductor Andres Gomez durante un seminario de la Semana de la Soberanía Alimentaria de 2016.

“Para nosotros los indígenas es una amenaza para nuestra identidad porque nuestras semillas tradicionales son nuestra contribución a la humanidad. Gracias a la movilización de los movimientos sociales, el acuerdo ha sido suspendido”, dice María Canil.

De acuerdo con la legislación guatemalteca, la población indígena y el campesinado tienen derecho a la tierra. CONAVIGUA trabaja con otras organizaciones para que estos grupos puedan recuperar la tierra fértil que históricamente perdieron y que quedó en manos del gobierno y las grandes corporaciones. Las empresas responden tratando de dividir a los movimientos sociales y someten a sus líderes a la persecución y amenazas.

“Tenemos la oportunidad de lograr un cambio si fortalecemos los movimientos sociales y nuestra posición sobre la cuestión de la soberanía alimentaria. Guatemala tiene una gran cantidad de semillas que seguimos defendiendo. Debemos fortalecer los mercados locales y educar a los jóvenes en agroecología. Como parte de La Vía Campesina, también trabajamos para una reforma agraria integral. El progreso es lento, pero seguimos luchando”, afirma Canil.

La alimentación debería ser un derecho también en Suecia

“En 25 años Suecia ha perdido el 80% de todos sus productores de leche y el 75% del total de los pequeños agricultores”, dice Joel Holmdahl de Nordbruk/La Vía Campesina Suecia, él mismo pequeño productor que enseña agroecología. Al mismo tiempo, se ha perdido el 70 % de la producción de alimentos de Suecia, lo que significa que hoy en día el país es autosuficiente en aproximadamente un 30%.

“Cuando yo nací a principios de los años ochenta del siglo pasado, Suecia tenía soberanía alimentaria. En ese momento éramos 100% autosuficientes. Un día, la Federación de Agricultores Suecos, LRF, declaró que nos convertiríamos en campesinos libres en un mercado libre. A partir de ahí entramos en la Unión Europea, lo que significaba la liberalización del mercado de alimentos”, relata Holmdahl.

“Debido al clima frío, la agricultura de los países nórdicos ha sido históricamente estacional. En el verano se ha centrado en la producción de leche y en el invierno en el manejo del bosque”, dice Joel Holmdahl. Esto significa que había tanto agricultores como trabajadores forestales, lo cual, de acuerdo con Joel Holmdahl, no se reconoce en los sistemas de producción actuales.

“Hoy en día, Suecia no tiene directrices nacionales para la agricultura porque somos parte de la Unión Europea (UE). Esto a pesar del hecho de que las condiciones no son las mismas aquí que en España o en Francia”, señala Holmdahl.

“Si queremos restaurar la producción de alimentos en Suecia, tenemos que cambiar el acuerdo que entró en vigor cuando entramos en la UE, lo que significa un flujo libre de capitales, bienes y mano de obra. Para poder establecer las condiciones necesarias para vivir como pequeño productor hay que establecer precios que sean sostenibles para el negocio. Ésta es un aspecto clave para la soberanía alimentaria. Cuando tratamos a los alimentos como una mercancía en un mercado abierto, éstos dejan de ser un derecho”, concluye Holmdahl.


La semana de la soberanía alimentaria 2016

Con el fin de impulsar el trabajo por la soberanía alimentaria en Suecia se llevó a cabo la Semana de la Soberanía Alimentaria del 12 al 20 de noviembre. El evento fue organizado por SAL, Los Grupos de África de Suecia, FIAN Suecia, Tierra del Futuro, Los Amigos de la Tierra Suecia, NordBruk y Svalorna India Bangladesh. Se contó con la participación de organizaciones aliadas de cinco continentes.

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