Más de 500 productores a pequeña escala, consumidores y activistas se reunieron en Rumania durante el Segundo Foro Europeo por la Soberanía Alimentaria. SAL participó para establecer nuevos contactos y fortalecer su papel en el creciente Movimiento Nyéléni en Europa.
Mientras el sol desciende tras los techos de las casas, una docena de activistas recogen más y más alimentos de producción local de todos los rincones de Europa para ponerlos sobre la mesa grande. La primera noche del foro comienza con un suntuoso buffet. Hay pan duro de Suecia, dátiles de Turquía, queso de cabra de Rumania y aceitunas de Francia. Cientos de personas se han agrupado en una larga cola para degustar las delicias europeas.
Cuando el primer foro tuvo lugar en Austria hace cinco años; asistieron sólo unos cuantos suecos. Ahora durante la segunda versión del foro en Cluj Napoca en Rumania, el interés ha crecido notablemente.
Suecia participa con dieciséis personas de 8 diferentes organizaciones; entre ellas SAL, Food First Information and Action Network (FIAN) Suecia y NOrdBruk, rama sueca de Vía Campesina.
“El interés por la soberanía alimentaria nunca ha sido tan grande, ni en Suecia ni en Europa. Estar aquí se siente como dar un paso en la dirección correcta”, dice Lisa Persson, representante de la junta directiva de SAL que participa en la conferencia junto a las activistas Fanny Rölander y Lotta Palm.
El movimiento ha crecido en cinco años
El foro ha reunido a más de 500 personas procedentes de más de 40 países. Entre ellas hay representantes del campesinado, grupos indígenas, organizaciones de consumidores, especialistas e investigadores, periodistas, movimientos ambientalistas y organizaciones no gubernamentales dedicadas a la defensa de derechos humanos. El eje del diálogo es el intercambio de experiencias sobre sus esfuerzos para transformar el sistema alimentario en cada uno de sus países.
Aquí se escuchan relatos de migrantes con pésimas condiciones de trabajo en el campo; historias sobre la lucha del campesinado para poder vivir de lo que produce mientras combate a los alimentos transgénicos que destruyen la diversidad biológica y a las autoridades que venden territorios a empresas transnacionales. Pero también se escuchan relatos sobre la unión para la construcción de alternativas.
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Está claro que mucho ha pasado en estos cinco años desde el último foro. Hay más conocimiento y la capacidad de interacción entre organizaciones y países ha incrementado. El interés por el concepto de agricultura sostenida por la comunidad, de acuerdo con el cual quienes consumen comparten los gastos y riesgos con quienes producen, corre como pólvora en Europa.
“Son cada vez más quienes quieren colaborar con productores, distribuidores y consumidores en el sistema alimentario, en vez de con empresas y mercados”, dice Fanny Rölander.
Al mismo tiempo ha sido un periodo de duras pruebas para los 12 millones de campesinos europeos. De ellos, un 90 por ciento son productores a pequeña escala que trabajan bajo presiones constantes. En los últimos cinco años un 20 por ciento de los productores a pequeña escala han desaparecido de Europa. En Europa del Este la razón primordial es el acaparamiento de tierras.
Khalid Khawaled de Jordania, participante del foro, remarcó que la situación del campesinado es muy parecida en todo el mundo.
“Tenemos la tendencia de percibir al mundo occidental como nuestro enemigo porque es la cuna de muchas grandes empresas que nos han colonizado. Pero cuando me encuentro aquí con productores a pequeña escala me doy cuenta de que también han sido afectados por las mismas empresas. Por eso no pueden ser nuestros enemigos sino que deben ser nuestros amigos y aliados”, dice Khawaled.
La cooperación, el camino para adelante
Desde SAL hemos apoyado desde hace muchos años a nuestras organizaciones aliadas en el trabajo por la soberanía alimentaria y la agroecología en Latinoamérica. Al mismo tiempo, nos hemos dado cuenta de la gran carencia de buenos ejemplos y conocimientos sobre el agro y los campesinos en Suecia. Con un enfoque más global, teniendo en cuenta también la necesidad de hilar relaciones con organizaciones en Suecia y Europa, buscamos tener un mayor impacto como organización para aportar al cambio de un sistema global.
“Un 40 por ciento de las tierras que se usan para la producción de la comida de los europeos está afuera de la Unión Europea. Nuestra dependencia de las tierras de otros países para la producción de nuestros alimentos es insostenible. Por eso tenemos que actuar en nuestra propia cancha y cambiar nuestras formas de producción y consumo”, dice Lisa Persson.
Para SAL fue muy positivo encontrarnos con nuestras organizaciones hermanas de Noruega y Dinamarca. Si bien no hemos tenido una cooperación antes, ahora planeamos organizar un Encuentro Nyéléni por la Soberanía Alimentaria a nivel de los países nórdicos.
“Este viaje ha sido el punto de partida para la cooperación con otras organizaciones por la soberanía alimentaria en Suecia y en Europa. Juntos hacemos un coro de voces más fuerte”, dice Lotta Palm.
Texto y foto: Lisa Persson