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En las planicies nevadas del norte de Suecia, lejos del mar de soja transgénica que antaño fuera la exuberante selva guaraní, se encuentran Fanny Rölander y Nathaly Mejia hablando sobre sus experiencias como pasantes de Solidaridad Suecia-América Latina (SAL) en el campo paraguayo.

Fanny y Nathaly hablan con pasión de la complejidad de la lucha por la tierra en Paraguay, donde ellas pudieron hacer parte del trabajo de base de la Coordinadora Nacional de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígenas (Conamuri) en las comunidades campesinas e indígenas que se mantienen a flote batallando a orillas del mar de soja.

“Durante nuestra pasantía participamos y tuvimos la oportunidad de organizar talleres sobre género con el fin de complementar la labor que Conamuri realiza para mejorar las condiciones de las mujeres rurales. Para nosotras fue muy interesante aprender y poner en práctica el feminismo en el trabajo por los derechos campesinos e indígenas”, cuenta Fanny sobre su tiempo de pasantía.

Fanny, de 26 años, y Nathaly, de 24, fueron a Paraguay como parte del programa de pasantías que SAL realiza en colaboración con la escuela popular de Sörängen. Ambas ya habían estado en diferentes países de América Latina, pero era la primera vez que visitaban las tierras del antiguo imperio guaraní.

“Nos costó adaptarnos a la rutina del campo y al bilingüismo tan característico del Paraguay. Sin embargo, logramos construir un lazo muy fuerte con la organización y con la comunidad donde vivimos, lazo que hasta hoy mantenemos”, relata Nathaly con alegría y mucha nostalgia en su rostro.

Fanny y Nathaly hablan con añoranza sobre la lucha por la tierra en la pequeña comunidad de Itapúa Poty, donde vivieron y trabajaron entre noviembre del 2015 y marzo del 2016. La criminalización de la lucha campesina e indígena, la violencia machista y la expansión de la soja transgénica en el campo fueron problemas que ellas vivieron en un país de contrastes violentos en el que 3% de la población es propietaria de alrededor del 85% de la tierra, mientras que el 11% padece de hambre.

Para ambas fue un viaje lleno de aprendizajes, en el que su curiosidad por aprender más sobre Paraguay se fue transformando en un compromiso político con la querella popular por la soberanía alimentaria y la protección de la madre tierra.

“La experiencia va siempre conmigo. Hay muchos temas en los cuales tuve la oportunidad de profundizar durante mi pasantía en Paraguay. La lucha de los pueblos indígenas y campesinos paraguayos por la soberanía alimentaria tiene un lugar central en mi praxis política”, nos cuenta Nathaly con orgullo.

De regreso en Suecia Fanny y Nathaly se unieron al trabajo de base de los grupos locales de SAL. Este fue un paso importante para ellas en su anhelo de seguir contribuyendo a la lucha global por la soberanía alimentaria, que une a SAL con Conamuri y a todos los demás movimientos campesinos e indígenas de la Vía Campesina.

Hoy en día Fanny y Nathaly se describen como militantes por un mundo con justicia y dignidad para todas las personas. Ellas siempre mantienen en alto las banderas de lucha de SAL y Conamuri en las remotas tierras de Escandinavia o donde sea que el destino les depare.

“Desde antes de partir a Paraguay sentía mucha afinidad con SAL y los movimientos campesinos e indígenas en América Latina. Hoy puedo decir que soy activista no sólo de SAL sino también de Conamuri en Suecia”, concluye Fanny con la pasión característica de toda persona convencida de un ideal.

Texto y Foto: Oscar Barajas  

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