La producción alimentaria en América Latina usa agrotóxicos que perjudican el medio ambiente y la salud físico de los campesinos y trabajadores agrícolas. Suecia, como país importador de estos alimentos, tiene parte de la responsabilidad. Ya es tiempo para los suecos de tomar esa responsabilidad como consumidores, importadores y inversionistas, para poner un fin a eso.
Organizaciones campesinas dentro del CLOC-Vía Campesina (La Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo), una coparte de SAL, ya llevan años con la campaña agrotóxicos matan. Pero este año hasta El Relator Especial sobre el derecho a la alimentación, y el Relator Especial sobre los tóxicos, alertaron al Consejo de Derechos Humanos en Ginebra sobre las graves impactos del uso de las plaguicidas. La falta de un tratado global para regular la gran mayoría de los agrotóxicos a lo largo de su ciclo de vida, deja una brecha crítica en el marco de protección de los derechos humanos.
Según investigaciones referenciados en el informe es estimado que las pesticidas son responsables de la muerte por intoxicación de 200 000 personas anualmente. La gran mayoría de las muertes ocurren en países en desarrollo, como los países latinos, donde las regulaciones sobre la salud, la seguridad y el medio ambiento son más débiles.
Como las reglas y los mecanismos de control sobre los agroquímicos varían de país a país, el resultado es un mundo de doble estándar. Por ejemplo, el uso de la herbicida paraquat esta prohibido dentro de la Unión Europea, pero al mismo tiempo la importación de alimentos producidos con el uso de paraquat en países fuera de la unión, es legal. Paraquat es altamente tóxico para los humanos. En México por ejemplo, el paraquat es el segundo agente causal de intoxicación por pesticidas, con una alta tasa de mortalidad. Si algo es tan venenosa para ser prohibido dentro de la unión, es igual venenoso en otros países y por eso la Unión Europa no debería colaborar en su uso, importando alimentos donde paraquat ha sido usado. Por eso SAL exige la prohibición por parte de la Unión Europea, de importación de alimentos producidos con paraquat.
La controversia del glifosato
Otra herbicida controversial es el agrotóxico más vendido del mundo, el glifosato. La Organización Mundial de Salud en 2015 declaró el glifosato como probablemente cancerígeno. Por ese riesgo el uso de glifosato está suspendido dentro de la Unión Europea. La palabra probablemente viene del hecho de que es difícil comprobar el efecto, como los seres humanos están expuestos a una variedad de productos químicos diaria y el glifosato viene mezclado con otros químicos. Por lo tanto, es difícil aislar científicamente el efecto de glifosato de las otras sustancias químicas. Mientras las investigaciones no han sido concluyentes, SAL exige el seguimiento del principio de precaución, al prohibir el uso e importación de alimentos producidos con el uso de glifosato, por parte de la Unión Europea. El estado de California ha liderado el camino poniendo el glifosato en su lista oficial de sustancias cancerígenas, el 7 de julio este año.
Otra gravedad de los agrotóxicos es que puedan acumularse en el suelo y contaminar el agua subterránea, causando pérdida de biodiversidad y reduciendo el valor nutricional de los alimentos. De hecho, en Campeche, México, ya es comprobado de 30 por ciento de las aguas subterráneas son contaminadas con glifosato. Y ciertos plaguicidas pueden persistir en el medio ambiente durante décadas y representan una amenaza para todo el sistema ecológico, el proveedor de alimentación para los seres humanos.
La idea detrás de la campaña Vida sin veneno (Liv utan gift en sueco) es sensibilizar a la ciudadanía Sueca sobre las consecuencias del uso de los agrotóxicos y animar al consumidor a hacer oír su voz en las cadenas de supermercados y los importadores de alimentos. Dentro de la campana hay actividades como seminarios, un folleto de información y historias personales de campesinos e indígenas sobre sus experiencias de agrotóxicos.
Texto y foto: Lari Honkanen